No concibo la vida sin el arte, es una parte sustancial de mi ser. Lo percibo como alimento para mis sentidos y como fuente generadora de emociones. El arte es el espacio donde me refugio, es mi lugar seguro y de paz. Es también mi modo de asomarme a la historia, al pasado, de conectarme con los otros y a su vez, es el camino para adentrarme en espacios desconocidos.
Crecí jugando con un lapicero en la mano y divirtiéndome con las líneas que con toda ilusión y empeño dibujaba y muchos años después sigo haciendo lo mismo. Me divierto como cuando era un niño cada momento en el que pinto o dibujo. Y esos momentos ya son permanentes porque mi cabeza no necesita pinceles para pintar, busca el arte en cada recoveco de la vida. Con cada nueva obra siento la misma emoción y nerviosismo que sentía en la infancia y como entonces sólo quiero mejorar, aprender, superar el nuevo reto y sobre todo, disfrutar.