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Home Bio Works Little Works Academy Blog Contact fab fa-instagram fab fa-facebook fab fa-linkedin fab fa-pinterest Museo de Bellas Artes de Álava ¿me acompañas a visitarlo?

¿A ti no te ha pasado que teniendo alguien o algo muy valioso al lado, por eso mismo, por cercanía o cotidianidad no lo has valorado lo suficiente? Es justo lo que me ha pasado a mí con el Museo de Bellas Artes de Álava.

Pensando en preparar un post para este blog y ya que no es el momento de viajar pensé en centrarme en algo de lo que tuviera cerca y se me ocurrió revisitar, después de muchos años, el Museo de Bellas Artes de Álava.

Salí gratamente sorprendido. Mi intención era, en un principio, hacer una pequeña reseña sobre mi visita al Museo; pero recordada la colección de pintura que alberga, la belleza del edificio, su historia y el espacio que lo rodea creo que merece la pena abordarlo de manera más amplia.

Aunque hoy a modo de presentación me voy a centrar en aspectos menos pictóricos quiero apuntarte que en los siguientes post sobre el Museo abordaré las obras que a mí más me han interesado y lo haré de una manera muy personal y muy visual, mostrando en imágenes los detalles más significativos para mí de los cuadros, aspectos que me han llamado la atención, comentarios, sensaciones que me despiertan, etc. Estarán presentes, lógicamente, los vitorianos Fernando de Amárica e Ignacio Diaz de Olano y por supuesto también obras de Joaquín Sorolla, Federico de Madrazo, Francisco Masriera y Enrique Martínez Cubells, por citar algunos.

Hoy, entonces, en este primer acercamiento al Museo, me centraré en el edificio que lo alberga y en sus alrededores.

Mas allá de juicios morales sobre el origen de la fortuna que da origen al edificio, la verdad es que el Palacio Augustín Zulueta es uno de los edificios más llamativos y especiales de Vitoria-Gasteiz. Fue construido por Elvira Zulueta y Ricardo Augustín en el año 1912 y posiblemente es la construcción que mejor representa los gustos que tenían los ricos de la ciudad a comienzos del siglo XX. Es una mezcla de distintos estilos y el resultado final es francamente bello. Desde 1941 cuando lo compra la Diputación Foral de Álava el edificio ha ido acogiendo distintas colecciones, ya fueran de arte o no, y sufriendo ampliaciones y trasformaciones hasta convertirse en el actual museo albergando una colección de pintura realmente interesante; pintura española de los siglos XVIII al XX y arte vasco con una dedicación especial a Fernando de Amárica e Ignacio Diaz de Olano.

Antes de entrar al Museo, a modo de aperitivo, podemos recorrer los jardines que lo rodean salpicados de esculturas. Son una invitación al relajo, al paseo, a la calma y a la lectura. A unos pocos metros nos encontramos con un edificio al que es imprescindible acercarse, Villa Sofía. Curioso y bello a la vez, con una estética oriental parece que estar fuera de lugar y a la vez ser el satélite perfecto del Palacio Augustín Zulueta.

Continuamos paseando por los jardines y, a modo de escultura exenta, nos encontramos con una portada Románica, preciosa. Traída aquí en 1951 desde la desaparecida población de Guessal en Arraia-Maeztu perteneció durante siglos a la Ermita de San Martín de Tours (siglo XII-XIII). El contraste del verde de la vegetación y los ocres de la portada realzan su protagonismo.

Y si el exterior del Palacio ya es llamativo el interior brilla aún más. A la pinacoteca accedemos por un anexo de reciente construcción y tras recorrer por el interior la zona de la ampliación del edificio, necesaria para recoger tanta obra, llegamos a un gran vestíbulo. Es el centro del Palacio. De repente nos hemos trasladado en el tiempo y estamos a comienzos del siglo XX. La exquisitez y la elegancia lo inundan todo. La escalera imperial de madera en el centro, el suelo de marquetería con distintas composiciones en cada sala, el artesonado de los techos, la imponente vidriera; todos estos elementos se unen para dar alas a nuestra imaginación y hacernos respirar aires de otros tiempos.

En definitiva, la visita al Museo de Bellas Artes de Álava tiene un preámbulo magnífico; el edificio y sus jardines. Te aseguro que cuando empecemos a observar las obras colgadas en sus paredes te va a parecer el escenario perfecto para acogerlas. Además una vez que nos centremos en las pinturas, estas no te van a defraudar. 

Continuaremos la visita ....

 

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